Una mujer como tú o como yo, va a una tienda de consumo masivo a comprarse algo porque tiene una fiesta o simplemente porque sí. Llega muy contenta. Elige dos vestidos: se imagina en ellos. Una falda: hace rato que buscaba una así (la vio en Instagram). Una blusa: que combine con la falda. Hasta ahí todo bien. Luego entra al cuarto del terror: los probadores.