Escrito por Rog Castillo
A pesar del aislamiento, hay algo de nosotras que sí está en constante movimiento. Ese algo que es lo único que no podemos aislar de nuestro ser, que se mueve, se expande. Tal vez como bienestar o como un cansancio o una pesadez con inmensas ganas de llorar. Eso que sientes es tu diálogo interno, esa comunicación constante entre tus pensamientos y emociones. Piensa qué se te hace más incómodo: ¿regresar a la “normalidad”, a lo que siempre has sido, o hacerte responsable y cambiar esa espiral de pensamientos y emociones que pueden ser lo que te están estancando en tu “yo” de siempre?
Ese miedo a cambiar ya existía en tu vida solo que ahora no tienes cómo distraerte. Es una oportunidad para comprender que lo único que te puede detener o que te puede ayudar a crear cambios en ti eres tu: es tu poder.
Es normal si los últimos días y meses hayas dedicado más tiempo a escucharte, cosas que tal vez ya te decías pero no te dabas el tiempo de realmente escuchar. Pero ahora que pareciera que estamos detenidos en el tiempo, te has reencontrado con lo que no querías ver: un trabajo donde ya no estás a gusto, pero necesitas el dinero; una pareja que pensabas que amabas y es evidente que ya todo ha cambiado; unos hijos que no se conectan contigo, una madre, un padre, unos hermanos…

Recuerda que puedes aprender a ver las cosas de otra manera, siempre.
Es el momento perfecto para hacer ese diálogo interno al que le hemos estado sacando excusas. Ese lenguaje que tiene nuestros pensamientos y emociones, ¿cuáles son esas ideas que te limitan, ideas pesimistas en las que has decidido creer? ¿Qué sientes en estos momentos? ¿Qué emoción despierta esta situación? ¿Con cuál situación del pasado estás relacionando lo que está sucediendo ahora?
Es normal que venga a ti ese pensamiento que te dice “no eres suficiente”, “no podrás con esto”, “te equivocaste otra vez” “no sirves para nada”. Pero es momento de cambiarlo porque somos responsables de lo que creemos. Confiamos tan ciegamente en los pensamientos que fabricamos que ni siquiera los cuestionamos. No sabemos cómo deshacer esos sistemas de pensamiento y así dejar de identificarnos con creencias que nos hacen mal, que están basadas en el miedo y no en el amor.
Por eso te comparto algunas recomendaciones para aprender a escucharte y deshacerte de esas estructuras de pensamiento basadas en el miedo que están en ti:
Identifícalos y escríbelos
Una vez llegue a ti ese pensamiento que repites constantemente en tu cabeza, agárralo y anótalo. No lo hagas con todos, pero sí con esos que repites una y otra vez y que sabes te hacen mal. Una vez los identifiques, escríbelos en una agenda. Sacalos de tu campo mental y plasmarlos en el campo físico es una forma de hacerte responsable.
Siéntelos de forma consciente
¿Qué sientes cuando tienes ese pensamiento? Busca en qué parte del cuerpo sientes tristeza o miedo. Puede ser en el estómago, una presión en el centro del pecho o dolor de cabeza. El cuerpo tiene una inteligencia propia, nos da síntomas que son señales de que un pensamiento y una emoción, mal procesadas, están desordenando la armonía de nuestro sistema. Encontrar el síntoma en tu cuerpo, te ayudará a visibilizarlo y a tener autonomía sobre lo que decides creer.
Ve a la raíz de ese pensamiento
Vuelve al pensamiento escrito y ahora describe con cuál situación del pasado estás asociándolo: ¿lo escuchaste de alguien?, quizás tu papá se expresaba así con tu mamá o tu mamá con sus hermanas. Nuestro cerebro funciona como un computador, tiene un programa ya instalado que al encender funciona como la caja de herramientas y programas que le fueron instaladas. Todo pensamiento, lenguaje y conducta tiene su ancla en algo que aprendimos consciente o inconscientemente cuando estábamos pequeñas. Observa cómo vinculaste a ese pensamiento una emoción de miedo. Lejos de conectar con tu poder, lo que haces es repetir una y otra vez esa sensación con otras caras y en otras formas.
Deshaz el pensamiento
No eres tu amiga y enemiga dentro del mismo cuerpo. Dice Helen Schucman en su libro “Un curso de milagros”, que dos ideas que se contraponen no pueden convivir dentro de nosotros. Ahí está la razón del sufrimiento, porque has decidido creer algo que te daña cuando tu sabiduría interna sabe que mereces bienestar y amor; esa es la gran aflicción. En los pensamientos basados en el sufrimiento solo vemos pasado, vemos un significado que le dimos, pero eso puede cambiar. Podemos aprender a resignificar el pasado, a ponerlo en un estado de neutralidad.
Resignifícalos
Dale un nuevo significado a lo vivido para limpiar tu visión y comenzar a ver las cosas de otra manera. Se trata de elegir un lenguaje basado en la asertividad, que te permite ordenar tus ideas y hablar con claridad y convicción, aprendiendo que la esencia de tu ser no está en las emociones.
Por ejemplo, sentir miedo en algunas ocasiones forma parte del sistema biológico de todos los seres humanos. Pero tú no eres el miedo, ni eres una persona miedosa. Usa un lenguaje asertivo y sustitúyelo por: “en algunas ocasiones tengo pensamientos y conductas basadas en el miedo”. Habla de conductas, para entender de dónde viene y deshacerla. Mientras te sigas identificando con las emociones de miedo y tristeza como tú forma de ser, basarás tu sistema de creencias en la guerra y el miedo, no en el amor y la paz.
Si reconoces que tienes ese poder, entonces crea nuevos pensamientos, tu cuerpo es tan perfecto que tu cerebro tiene la capacidad de crear nuevas conexiones neuronales. Recuerda que puedes aprender a ver las cosas de otra manera, siempre.
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