Entrevistas de Lolas: Lina Hinestroza

Entrevista por Alejandra Mar @alejandramarrr – Editada por Hillary Mendoza @efimeera_

ILUSTRADO POR PAULINA CUADROS @PAULINACUADROS

Octubre tiene tres grandes recordatorios para las Lolas:

  • ¡Se está acabando el año! Debemos trabajar duro para darle check a cada punto de la lista de metas por cumplir que escribimos sin mesura el primero de enero. (Ánimo, Lolas, ya la vamos a terminar).
  • No tenemos disfraz para el día de las brujitas porque dudamos hasta el 31 si nos vamos a disfrazar o no… pero ojo, nada de ratonas o gatúbelas reencauchadas, por favor.
  • Este mes celebramos la lucha contra el cáncer de mama. Un recordatorio anual que hacemos miles de personas, organizaciones y medios como Lolas Magazine para decirte que cada 1 de 8 mujeres lo padece. ¿Conoces 8 mujeres? Pues una de ellas o tú puedes llegar a padecerlo. Así que, ¡atención, Lolas! Vamos a hablar de algo muy importante: tu salud y bienestar.

Tuvimos la oportunidad de entrevistar a Lina Hinestroza, una mujer como nosotras, con senos como nosotras, que tuvo la fortaleza y la valentía de enfrentarse a lo desconocido, de batallar contra todos sus miedos personificados y ganarle a una de las enfermedades mortales más comunes en la mujer. Hoy, después de saberse curada, levanta su voz para recordarnos que debemos tocarnos porque es nuestra responsabilidad, que somos mujeres guerreras y podemos con lo que venga, pero que aún así, no somos inmortales.

  • ¿Cómo te diste cuenta de tu cáncer?

Hace un tiempo me aparecieron unas bolitas a las cuales les hice seguimiento y eran benignas. Luego sentí otra y pensé que era igual, pospuse la cita, no le presté atención y a los 3 meses me hicieron la biopsia. Se me olvidó recoger los resultados y le avisaron a mi esposo que, en efecto, tenía cáncer.

  • ¿Cómo asumiste la noticia?

Me sentí muy culpable y con remordimiento de haber pospuesto tanto mi mamografía. Dije: “ahora estoy minada por mi negligencia y por sentirme una súper humana.” Lo primero que uno piensa al caer en cuenta de la magnitud del asunto es “me voy a morir: mi esposo no va a tener esposa, mis hijos se quedaron sin mamá, no voy a cumplir mis sueños porque no me cuidé, no le di el valor ni la atención que se merece a mi cuerpo.” Fue muy duro.

  • ¿Qué fue lo más duro del proceso de quimioterapia?

Mi miedo más grande después de la muerte era perder el pelo porque tenía mi confianza de mujer puesta allí. Era largo y envidiado, era muy lindo. Toda mi seguridad iba desde el cuero cabelludo hasta las raíces, desde la sensualidad y belleza, todo giraba alrededor de mi cabello.

La sociedad asocia la feminidad al pelo, los senos y la nalga, entonces para mí era una luca constante y me preguntaba: ¿Qué va a ser de mi? ¿Dónde va a quedar mi sensualidad? ¿Mi parte como mujer?

Pero tomé una decisión. Para no hacerlo tan duro, me lo motilé a los hombros y con ese pelo hicieron una peluca que se asemejaba a mi corte anterior. Pero en ese entonces si movía la cabeza se me caían morros de pelo. Así que mis hijos me raparon y mientras lo hacían, yo le daba la espalda al espejo. Le decía a ellos y a mí misma que el pelo no era la definición de belleza, que en la casa iba a estar sin peluca y que no quería que se angustiaran si me veían sin pelo porque era una señal de que el tratamiento estaba funcionando. Y yo sabía que debía aceptarme, saber que la Lina que estaba siendo en ese momento no tenía pelo. Aceptarlo. Le pregunté a mi esposo si le parecía bien si me quitaba la peluca y él me dijo que le encantaba sin peluca.

Nos complace ver que el amor del esposo de Lina por ella está más allá de si tenía el cabello largo o corto, de si había perdido peso o no, de cómo se veía. Se enamoró de la esencia de Lina y eso es algo que el cáncer no podía arrebatarle. No obstante, nos dijo:

Fue la prueba más dura: enfrentar mi ego. Empecé a disfrutar mi calvicie. Le pedí a mi amiga a que me enseñar a maquillarme. Nunca, desde ahí, me puse ni un sombrero ni un trapo. Lo empecé a disfrutar en medio de una ciudad que se escandalizaba por verme así. Y al principio cuando me miraban con lástima, empecé a darme cuenta de que muchos también me miraban con orgullo por estar en esto. Me gusta ver las mujeres con cáncer sin pelucas porque eso nos da honra, que es real, que le puede dar a cualquiera. Es aceptarlo. Calvas, sonrientes, de buenas por tener una detección temprana.

El cáncer no es muerte, es vida, es una segunda oportunidad.

  • ¿Qué pensaste o sentiste cuando supiste que podías perder tus senos?

Fue una experiencia muy fuerte porque cuando entré a cirugía, no existía la certeza de que pudiera perder todo el seno o solo el pezón. Uno se duerme sin saber con qué va a despertar.

Lina no perdió el pezón. Sin embargo, decidió hacerse una mastectomía para sacar todo el tejido maligno. Nos cuenta que es impresionante porque queda la piel pero sin nada adentro, te remueven todos los tejidos mamarios. La buena noticia es que ahora luce unas prótesis redondas, paradas, firmes. Unas nuevas Lolas para una nueva Lina. Nos dice:

“Es darse la oportunidad de darse un cambio temporal. Yo ya no veo mis cicatrices. Ahí están pero ya no las veo. Es parte de mis heridas de guerra, de mi historias y las amo.»

  • ¿Qué cambió en tu vida?

16 quimioterapias y ahora corro 21 kilometros cuando antes me ahogaba al dar dos pasos. Es una oportunidad para vivir mi vida de una mejor forma. Yo todavía no soy declarada sana porque terminé en el 2014 y para ser declarada sana hacen falta 5 años.

Estos años después del cáncer han sido mis mejores. Todo me gusta, he visto lo que nunca había visto, a mis amigas las amo mas que antes, soy más feliz, no guardo rencor, no tengo deudas emocionales con nadie porque no se si mañana la vida se me acaba. Aprendí que la vida no es permanente. Doy gracias a Dios por caminar, trotar, por respirar. Porque creía que tenia el derecho de hacerlo, y me di cuenta de que era un regalo. Me levanto y digo: gracias Dios mío, qué felicidad. La felicidad de haber sobrevivido. La gratitud es la cotidianidad. Ya nada parece un problema.

  • ¿Qué responsabilidad tenemos como mujeres con nuestro cuerpo?

Tener conciencia de que el cáncer de mama no es de viejitas. El cáncer de mama no es necesariamente hereditario –solo el 10% de casos son hereditarios–. Todos tenemos la responsabilidad de hacernos el autoexamen, conocer nuestro cuerpo. Les recomiendo la aplicación de Modo Rosa porque, dependiendo de la duración del periodo, te dice cuándo es el mejor momento para que te hagas el autoexamen porque es más fácil detectarlo cierto día del ciclo. Es una responsabilidad hacerlo como planificar, como cuidarnos. No debemos tenerle miedo a la cita con el ginecólogo anual. La que llega a tiempo se lo sacan y se evitó pastillas y quimioterapia. Sí o sí vamos a tener a una mujer conocida que va a tener cáncer de mama. Procura que ella vaya a tiempo, lo sepa a tiempo, lo prevenga antes de que sea demasiado tarde.

Queridas Lolas, el cáncer de mama no sólo ataca a las mujeres. Los bizcochitos también están en riesgo, y tanto para hombres y mujeres: cuando diagnostican un cáncer, la quimio y la radio afecta la fertilidad a tal punto de que la probabilidad de tener hijos es muy bajita o igual a cero. Nula. Inexistente. Se esfumó. Los oncólogos se encargan de salvar tu vida pero no pueden salvar también la de tus herederos. Es importante que sepan que ellos NO te dicen que, si quieres ser mamá o papá, debes congelar el semen, los óvulos o el tejido mamario. No te dicen que la nueva oportunidad que se te está dando es porque te quitan la esperanza de ser mamá de nuevo. Por favor, comunícalo a tus seres queridos para que actúen con anticipación a una quimioterapia.

  • ¿Cómo te impulsó como mujer y empresaria haber pasado por esa experiencia?

En darme cuenta de que los aprendizajes de la vida de uno los puede poner al servicio de los demás, sobre todo por lo que viví con la calvicie, porque cuando vi que la gente al verme calva decía: ay, debo pedir mi cita; ya es demasiado incentivar ese autocuidado. Alivia la carga cuando uno aporta con lo que vive. Por eso nace Modo Rosa. Que de alguna manera hizo valer la pena el proceso.

En la adversidad los corazones nos unen. Somos igualitos, sin diferenciación por estrato. Somos tan humanos como cualquiera, no hay nadie que nos separe.

  • Y ahora, unas preguntas rápidas, Lina. ¿Preparada?

(Se ríe) Listo, preparada.

  • ¿Qué te hace mujer?

Mi sonrisa y mi corazón

  • ¿Qué te define como mujer?

Mi capacidad de entregarlo todo

  • ¿De qué aprendiste a prescindir con la enfermedad?

Del pelo, de los senos, de lo que creí que era lo más importante para la mujer, lo que para los otros era “lo femenino”.

  • ¿Qué tiene mayor valor?

Amanecer cada día, un día más

  • ¿Qué tiene menor valor ahora para ti?

El rencor, el odio.

  • ¿Qué harías por amor a tus Lolas?

Compartir este mensaje de vida para que todas conserven sus Lolas.

  • ¿Qué son las Lolas para ti?

Son parte de lo que me identifica como mujer, las curvas.

  • ¿Cuál es tu problema más grande?

El miedo a tener una recaída.

  • ¿Cuál es la antítesis de Lina?

Que cada vez me comprometo con más cosas y los días no me alcanzan para tanto. Digo que voy a vivir más ligera y cada vez me meto en más cosas. Como que ya quiero aprovechar las 24 horas del día al límite.

  • ¿Qué te dificulta ser la mujer que sueñas?

La falta de tiempo

  • ¿Qué esperas de ti?

Dejar huella, que las mujeres vayan a tiempo al médico y que mis hijos sean grandes seres humanos para la humanidad.

Se nos puede olvidar ponernos los zarcillos, pero no las Lolas.