ILUSTRACIÓN POR SOFÍA BERNAL WWW.FACEBOOK.COM/SOFIABERNALILUSTRACION

Escrito por nuestra Lola invitada, Valeria

A raíz de la falta de sexo que me ha ocasionado la vida, he tenido que tomar ciertas medidas para satisfacerme sexualmente a mí misma. He dejado atrás los días- o noches- de placer a manos de un extraño y disfruto más de mi propia compañía.

Desde la última vez que tuve una relación sexual -no mencionaré la fecha para no herir mi dignidad públicamente- he descubierto la facilidad con la que yo misma podría coexistir (sexualmente hablando). Empecé con lo típico de la masturbación: los dedos. Supongo que tenerlos pegados al cuerpo ayuda de buena manera, no es necesario ni siquiera pararse de la cama. El problema es que nunca he sido realmente amiga del porno, no tengo ningún estigma hacia él y estoy totalmente a favor de que, tanto mujeres como hombres, vean pornografía para estimular la imaginación; pero yo cuento con tanta creatividad que no necesito de una imagen (o un video) para estimular mis fantasías. He aprendido que cerrando los ojos y con el poder de la mente se puede llegar a algo tan bueno como tener a un hombre entre las piernas.

Incluso hace unos días escuché por ahí una entrevista con un médico en dónde explicaba el poder de la mente, cómo es posible tener un orgasmo sin tocar genitales. El poder del cerebro llega hasta el punto en el que susurros en los oídos, besos en el cuello y algunas palabras sucias pueden hacer magia.

El problema es que después de usar tanto la imaginación, la curiosidad mata a una mujer con ganas y aprovechando mis ahorros y de recomendaciones de una amiga le incluí un espacio de mi cuarto a un vibrador.

Es un fiasco hablar del tema en público, el guardia de seguridad del centro comercial me miró de arriba abajo antes de responderme en dónde quedaba la tienda que estaba buscando y verlo después susurrando con su compañero y señalándome con la mirada me hizo entender que esta sociedad no está preparada para ver a una mujer disfrutar de su sexualidad.

Pero en la tienda, el vendedor de la sex shop me hizo sentir como una mujer con todo el derecho para explorarme a mí y a mi vida sexual creándome la suficiente confianza para sentirme cargada de sensualidad hasta el grado de convencerme de pagar más allá de mis ahorros y comprarme ese vibrador de nombre “realistic”, al igual que su textura.

Con emoción llegué a mi casa para practicarlo tan pronto estuviera sola y – cerrando los ojos y sin poder evitar dejar la imaginación volar- comprobé que un objeto en movimiento y el poder de la mente no había nada por lo cual envidiar a una mujer de sexo fácil.

Hoy, empezando una relación y con la facilidad de tenerlo entre mis piernas tan rápido como yo lo desee puedo decir que me es más fácil esperar. Todo lo que necesito para sentirme contenta está encerrado en las cuatro paredes de mi habitación o en mi mano derecha y tal vez, eso es una oportunidad para hacerme desear, ir con calma y no apurar algo que, he aprendido, se da con el tiempo.

> Escrito por nuestra Lola invitada, Valeria