
ILUSTRADO POR CRISTINA FONTÁN @CRISTIFONTAN
Escrito por Sebastián Feria @Sebastianfferia – @Letrasdeautores
Hay fechas en las que el tiempo parece haber ido de prisa, que las oportunidades no fueron suficientes y que aún nos hace falta cometer algunos errores, como también en las que encontramos la necesidad de dejar todo atrás y comenzar una vez más. Año nuevo es una de ellas, donde la nostalgia y la alegría se hacen cómplices de las ausencias, los buenos momentos y las buenas compañías, con el corazón abierto a las promesas y aferrado, plenamente, a algunos agüeros que nos confían, entre tanto simbolismo, a un futuro prometedor.
Yo, a mi manera, cada año he tomado algunos de ellos y los he cambiado, en beneficio ante mis creencias, para proclamar: ¡Año nuevo, vida nueva!
1. Ropa interior blanca:
Dejando atrás el color amarillo, busco en el blanco el equilibrio sexual y emocional de mi cuerpo, para recargarlo de energía y así, vitalizarlo para un nuevo año, porque concibo que el buen sexo comienza desde nuestro interior.
2. Doce promesas:
En vez de comer doce uvas, me hago doce promesas como una manera de ser fiel los próximos 365 días ante lo que quiero.
3. El número de teléfono en los bolsillos:
Nunca me ha interesado la abundancia, por eso en vez de llenarme los bolsillos de dinero, guardo un papel con mi número de teléfono para atraer las casualidades del amor y tener con qué responderles.
4. Flores para florecer:
Ocupo cada rincón de flores, dejando a un lado los granos, como una invitación a que mis sueños florezcan y mis ilusiones se mantengan vivas.
5. Abrazarme:
Se dice que abrazar el sexo opuesto cuando el reloj marque las 12:00 es la mejor forma para que el amor no falte, pero yo prefiero abrazarme a mí mismo, para nunca abandonarme.
Pero hay un agüero al que nunca le cambiaré nada: sacar las maletas y llenarlas de sueños, lugares por conocer, películas por vivir y aventuras por emprender.
Lo bueno de acabar un año, es comenzar a vivir el otro a nuestro antojo… y buscar en cada agüero algo que nos mantenga positivos, con la esperanza ardiendo. Yo creo en ellos, pero también creo en los míos, quizás porque el principio de que las cosas sucedan, es creen que pueden pasar.
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